Es hora de que hablemos un poco de historia, y que mejor –para entrar en debate- que remontarse a aquella época del año 0.
Hace algún tiempo, me llamó mucho la atención, en el aniversario de una cooperativa de ahorro y crédito, que su presidente mencionara en su discurso, que el Papa Benedicto XVI en su última obra sobre la vida de Jesús, habría asegurado que Simón-Pedro era, de hecho, jefe de una cooperativa de pescadores, de la cual al parecer Andrés, Juan y Santiago, también eran parte. Más aún, que la relación que existía entre Jesús y sus apóstoles dependía de los principios básicos del hermanamiento y la ayuda mutua, lo cual marcaría una similitud con los valores del cooperativismo.
¿Era Jesús un cooperativista?
Esa es una discusión, que mejor le dejamos a los teólogos e historiadores. Pero por ahora convengamos, en que el acto cooperativo ha formado parte de la humanidad, desde los tiempos bíblicos de Jesús, y probablemente desde mucho antes y en muchos otros lugares. Claramente que quizás no en la lógica formal bajo la cual conocemos a las cooperativas hoy en día, con sus estatutos, leyes y principios. Pero si en contenido y significado, como una manera de generar en términos económicos y sociales, aquella deseada “cohesión” ( La “cohesión social”, que al margen del protagonismo de las declaraciones del presidente Chávez, debió ser tema central en la realizada Cumbre Iberoamericana)
En este caso, las afirmaciones de Ratzinger, nos sirven para entender que con esto de las cooperativas nadie inventó la pólvora, y que – al margen de toda ideología o credo- responden más bien a contenidos presentes desde tiempos insondables en nuestra herencia cultural.
Pienso por ejemplo, en la buena acogida que tuvieron a principios del siglo XX en Israel, los Kibutz, o Kibutzim. Aquellas comunidades de colonización agraria israelitas impulsadas por las corrientes ideológicas del sionismo socialista, que respondían a una visión utópica de realidad, que –aunque con concesiones- logró importantes grados de materialización. Lo anterior no hubiese sucedido de no existir una predisposición cultural hacia tal modelo.
Aunque distintas a las cooperativas (recordemos que las cooperativas deben mantener una neutralidad política y religiosa), estas organizaciones en su radicalidad surgen también por la necesidad de desarrollar un estilo de vida comunal sustentable.
Ahora, volviendo la vista a Chile, resulta llamativa la importancia que tuvo
Hoy en día, la realidad es que
Pero la verdad es que la legitimidad del cooperativismo no yace en el apoyo que se reciba de la iglesia o de la clase política. Sino que su validez nace más bien, de su compatibilidad con muchos de los elementos que conforman nuestra mentalidad y la imagen de sociedad que queremos construir.
2 comentarios:
Investigando un poco mas, encontre algo que me llamó mucho la atención. Una propuesta de para el norte de Chile, que mezcla cooperativas y kibutz. Algo llamativo, que vale la pena revisar.
Ahí les dejo el link
http://extrados.mforos.com/620688/5760059-propuesta-israeli-para-el-norte-chileno/
Muy bueno el blog! Los felicito! Desde Argentina,
Matias Lennie.
http://matiaslennie.wordpress.com
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